El Parador de Ketama
No elegimos dónde nacemos. Nos nacen. El baile de la vida nos hace danzar compases admirables y en otras ocasiones no entendemos qué música está sonando.¡ Pero qué bello es ser aceptado para formar parte de la vida de una buena persona!. Sentadas frente a frente. Aspirando el aroma del café preparado con esmero de una forma muy especial -que queda para nosotras, y que me dibuja una fresca sonrisa-, al abrigo de una chimenea y por pared la naturaleza viva a través de un cristal de dimensiones magníficas. Hablando horas y horas del Parador de Ketama, de las montañas del Rif, de los viajes a Melilla, Tetuán o Tánger, del día de su Puesta de Largo, de las personas que le han ido aportando Amor a su vida, de su hijo. Cerrar los ojos mientras su discurso te hace sentir entregada al olor de hierba mojada por la lluvia bajo las pisadas de caballos, el ir y venir de los huéspedes del parador, el brillo de sus ojos al evocar todos estos recuer...