¡Buen equipo!

 

¿Qué sucedería... si los ordenadores pudieran hablar con sus propietarios?

Otra vez se acerca para abrir mi casa. No sé si tendré batería suficiente. Anoche fue una locura. Me descargué. Me enchufó y siguió escribiendo hasta altas horas de la madrugada. ¡qué suplicio! Venga darle fuerte a las teclas. Y cuando finalizaba la frase con  los puntos parecía que quería perforarme….

Yo creo que algo no le salía bien porque de vez en cuando le oía resoplar y, cuando menos me lo esperaba, zas,…..borraba todo lo escrito. Yo estaba agotado. ¡No por ser una máquina me tiene que machacar de esta forma!

Me entró dolor de cabeza. Me enfadé y apagué la pantalla. Creo que no le gustó porque empezó a proferir unas palabrotas que sólo pronuncia cuando algo va francamente mal. Hay ocasiones en que sus dedos parece que dancen al son de una melodía preciosa que nos gusta mucho a ambos. Pero anoche le oí algo parecido a que se cerraba el plazo, que no le daba tiempo a entregar el trabajo, que no le salía ninguna idea para desarrollar el fin de la obra, bueno no estoy muy seguro pero parecía que la cosa era como un concierto de rock sin música.

Como estaba frente a él, me fijé en sus ojos y no tenían la alegría de otras veces. Su boca no paraba de pronunciar palabras sin coherencia alguna. Yo ya le tengo dicho que para sentarnos juntos tenemos que estar en buena sintonía. Le facilito las palabras y él solo tiene que acariciar las teclas. Entonces juntos hacemos muy buen equipo. Siempre lo hemos sido. De hecho le regalaron un portátil más moderno, pero siempre me ha elegido a mí para sus trabajos más importantes. Sabe que el éxito está garantizado. Pero hoy…

Avanzada la madrugada se levantó a por una taza de café y mientras tanto pude leer tranquilamente todo lo escrito. Era precioso. Si hubiera podido llorar, mis lágrimas se hubieran posado en cada dedo de mi amigo cuando volvió a acariciar mis teclas.

¡No hay duda que mi compañero es el mejor escribiendo historias de amor!