Chano y la quiniela. Parte 2

 


Para un niño de 5 años, el hecho de entrar en un banco era un acontecimiento especial y más si se trataba de ingresar su propio  dinero. La quiniela de trece aciertos le tenía emocionado. En muchas ocasiones oía a su padre decir  que iba o venía de hablar con el director de la sucursal. Y ahora, él era depositario de una "gran cantidad de dinero". Al ser menor, en la cuenta que iban a abrir, estaría con su padre. 

 Chano pensó que sería su entrada en el mundo de los mayores. ¡Tener una cuenta en el banco!

En aquellos tiempos los bancos tenían ujieres. Les saludó afectuosamente el que se encontraba en la puerta. Y el director, amigo de la familia, hizo los trámites oportunos para depositar el dinero de la quiniela.

 Chano contento y su padre orgulloso de ver el brillo en sus ojos, abiertos y totalmente atentos a lo que decían los mayores.

 Pero claro, un día se le ocurre  con ese dinero  invitar a merendar a sus padres. 

Ni corto ni perezoso se dirigió  al banco . Como podréis imaginar no lo consultó con nadie. Así de decidido era y sigue siendo nuestro Chano.

Al salir del colegio se fué al banco. El ujier le vetó el paso pues se extrañó que fuera solo. Le preguntó qué es lo que quería y él insistiendo que quería ver al director. Le contestó que estaba ocupado y no tenía cita concertada. Chano no esperaba ese inconveniente y el tono de voz iba siendo claramente audible para el director que tenía la puerta del despacho abierta.

–¿Qué ocurre?

–Vicente, este señor no me deja pasar. Yo soy cliente como mi padre y tengo derecho a entrar cuando quiera –el director rio para sus adentros y le dijo al ujier que no se preocupara que él se hacía cargo.

–Dime Chano ¿qué quieres?

–Pues quiero invitar a mis padres a merendar. –¡pues qué buena idea! ¿y cuánto quieres?

–No sé lo que valdrá, deme unos cuantos billetes y si sobra se los vuelvo a traer.

El director se llevó la mano a la cartera y sacó un par de billetes de 100 pesetas. Chano le dio las gracias y se marchó. No sin antes hacerle una mueca al ujier y levantar los dedos en forma  de victoria.

Así fue como Chano mantuvo la idea durante mucho tiempo que los directores del banco te daban el dinero llevando la mano a su bolsillo.

 Tanto su padre como D. Vicente pasaron un buen rato ante la pericia de Chano. Su padre  devolvió el dinero a su amigo, también de su propia cartera.


Comentarios

  1. Quins temps en que les relaccions eren cordials i personalitzades.

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  2. Ara patada en el cul i al carrer

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  3. Muy bueno y reconocible...

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  4. !Qué enternecedor!
    Mi sobrina hizo algo parecido con mi hermano. Qué niños más
    despiertos.

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