Alumbrado público

 


Cuando no había tanta contaminación lumínica sabíamos que existía el cielo con sus estrellas, sus luceros y alguna que otra visión fugaz que nos dejaba desconcertados y sorprendidos al mismo tiempo.

Desde un avión nos parece ver la ciudad como un pequeño enjambre de lucecitas de Navidad incluso en agosto. 

Toda esa energía tan potente ha acostumbrado a nuestros ojos a ser víctimas inocentes de semejante invasión artificial.

Recuerdo paseando por una ciudad de Europa del Este que las calles solo contaban  con unas simples bombillas. La primera impresión fue de oscuridad, pero en realidad no se necesitaba más. 

A veces conviene ser coherente entre lo que nos ofrecen y lo que realmente necesitamos..

Comentarios

  1. La luz importante es la interior, debemos brillar por nosotros mismo, tanta luz artificial puede cambiar la visión de la realidad

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