Chano y el hatillo

 

Cuando mi primo me contó esta historia, le pregunté en varias ocasiones si el hecho fue tal y como lo narra. La verdad es que sus travesuras son de las que no sabes si emplar un tiempo para hacerle reflexionar o simplemente empatizar con la mente de un niño con ganas de experimentar en la vida.

 Llevaba varios días enfadando a su madre y acababa con la cantinela  —si no me queréis me voy de casa—. No tendría en ese momento más de 3 o 4 años. Pero vaya ¡ muy resuelto el niño!

Previa discusión, que era casi a diario, llegó el día en que su madre le preparó una muda, un jersey y pantalones, todo ello enrollado en un pañuelo grande y le dijo — ¡ahora es cuando te vas!— Lo dijo, evidentemente, sin ánimo de echarlo; sino para que viera que no valía la pena ir por ese camino tan agotador y de tanta hartura.

Lo plantó en el rellano de casa con el hatillo hecho y cerró la puerta.  Chano, simplemente, decidió sentarse en las escaleras. Su madre no se despegaba de la mirilla de la puerta. Lo vigilaba por si se le ocurría irse de verdad. Conocía muy bien a su hijo, como cualquier madre y sabía lo imprevisible que podía llegar a ser.

Como de momento no se movía del sitio decidió ir a vigilar la comida que tenía al fuego. Volvió a asomarse y ya no lo vió. ¡Casi le da un patatús! Empezó a llamarlo por la escalera — ¡Chano, Chano! ¿Dónte estás? Silencio por respuesta. 

Su madre bajó corriendo las escaleras ,—vivían en un edificio de cuatro plantas y ellos estaban en el primero— Llamó a su marido y recorrieron los alrededores de manera infructuosa. Mi tio le calmaba diciendo que no podía haber ido muy lejos. Y mi tía — ¡ este niño me va a matar de un disgusto!  

Chano. Callado y escuchando toda la algarabía desde el segundo piso al que había subido con el hatillo, que era más voluminoso que él. Sin abrir la boca y oyendo todo el jaleo. Al rato se cansó,bajó a la calle y se dirigió hacia donde trabajaba su padre quedándose en la puerta sin atreverse a entrar. Los vecinos, que habían sido preguntados por si lo habían visto, avisaron de inmediato a los padres. 

Cuando mi padre regresó a su trabajo y me vió, me mandó para casa y me dijo —  prepárate que la mamá te está esperando.

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