La Mampara del baño

 No se si les ha pasado que cuando visitas una casa, y te enseñan todas las estancias; el baño es un punto de referencia importante.

Entras. Observas lo bien decorado que está. Piensas en el tuyo y lo comparas consciente o inconscientemente— generalmente porque el tuyo lo tienes más "funcional".

 Los estantes, todo tan bien colocado a la vista; las cajoneras, con unas toallitas muy monas que parecen de un hotel  de cinco estrellas, con sus bandejitas acordes al resto de la decoración. Y cuando giras la cabeza hacia la ducha, es entonces cuando se te abren los ojos como platos ante una mampara transparente. Impoluta. Sin asomo de gota de agua reseca; como si fuera un espejo en el que te ves al trasluz. ¡Y es que te ves! Piensas —¡seguro que este baño no lo usan!

Siguen enseñándote la casa y tú esperando a ver el segundo cuarto de baño. Ese que seguro tendrá una mampara opaca y con relieves simulando gotas de agua, de la que puedes salir corriendo en las mañanas que se apura hasta el último minuto para salir de casa.

Y no. Acabas el recorrido y para tu sorpresa ¡no hay otro baño!

Te invitan a tomar un café o una infusión y tú venga  darle vueltas a esa mampara de cristal como si formara parte de un folleto de muebles de baño. Te agotas pensando si cada día están limpia que te limpia o si ha sido motivado  por la visita tanta esquisitez de trasparencia.

 Maliciosamente piensas en hacer cualquier otro día una visita sin avisar, a ver si es verdad que las mantienen tan brillantes de forma habitual. 

Vaya, que te tomas el café y no te quitas los dichosos cristales de la cabeza.

Vuelves a casa y lo primero que haces es ir al baño, ver los productos que tienes y disponerlos en la ducha para que, a la mañana siguiente frota que te frota esa cal que no se va aunque te empeñes.

Te acuestas y cuando te relajas un poco empiezas a reir. Primero con una mueca y luego sueltas una carcajada y dices: ¡a mí qué me importa aquella mampara si la mía es de las prácticas, con mil motitas que ni se nota la cal!

Pues lo mismo pasa con todo. Cuando perdemos el tiempo comparándonos con los demás, perdemos nuestra propia esencia. Y eso sí es tiempo perdido. 

Si esta pequeña reflexión te ha provocado una media sonrisa, objetivo cumplido, con los tiempos qur corren...




Comentarios

  1. Sí he sonreído, y a esta altura de la vida, ya he superado las comparaciones.

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  2. Paqui yo me he partido de risa, porque en una ocasión me preguntaron cómo podía estar así mi mampara, jajajaja, sería que le pasó eso.

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    1. No irá muy desencaminada la historia. Gracias por tu comentario.

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  3. Apa! Com et diverteixes! Rumiant i expresant-nos les teves reflexions. Endavant! Esperem la proxima, reflexió.

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