Olas sordas








 La bruma que genera el oleaje arrastra sonidos de bañistas que hablan a voces.

Pero no importa. La arena de la orilla presume de estar siempre renovada por el vaivén del agua. Fiuuu, fiuuu.

Anhelaba de forma estoica su deseo por pisar de nuevo el mar. Adentrarse en él y simular que nadaba. Pero esta vez no iba a ser posible. Y quien sabe si lo sería en otro momento. Vuelve a suspirar y lo deja pasar. Un día tras otro. Todos iguales. Gentil asume su diferencia para tantas y tantas cosas.

Mientras tanto sigue saliendo el sol cada día. Y aquellos que siguen hablando a voces tal vez callen su alma en otros escenarios también cotidianos donde las fuerzas no ayuden a articular palabra alguna.

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