Hoy no quiero decir nada


 Hoy no quiero decir nada porque tampoco se tiene que estar hablando todo el rato. 

Mientras muevo la cucharilla  en la taza del café cortado,- que no sé porqué lo llamamos así-, no quiero pensar en nada. 

No me quiero acordar que nos supera la sobreinformación cuando encendemos la televisión  y nos hablan día tras día de la subida de la luz. En vez de anunciarnos que se está trabajando por mantener unos precios adecuados al nivel de vida de las clases más desfavorecidas, que son  las más oprimidas y con más dificultades para afrontar el día a día.

Veo que no me han servido el azúcar y cuando me dispongo a llamar a la camarera me acuerdo que lo tomo solo. En ese momento me ha venido a la cabeza un tema, pero como no quiero hablar, tampoco voy a  comentar sobre la bajada de las tasa de desempleo en nuestro país porque sólo se trata de  momentos estacionales muy puntuales. El trabajo es muy inestable y nunca se acaba de formar a la gente porque cuando se inicia dicho proceso hay que finiquitar el contrato temporal. Sin hablar de los interinos de por vida que están como en un limbo que no se sabe lo que hacer con ell+s.

Tomo un primer sorbo. Está muy bueno. Sabor intenso. Una ligera espuma se me queda en el labio superior que relamo viendo a un par de obreros que pasan delante de la cafetería. Pura casualidad, ¡en ambos sentidos!

Podríamos hablar que hace no mucho tiempo la formación profesional era la hermana pobre de las profesiones; y ahora son imprescindibles para sacar al país adelante. No hay camioneros, ni camareros, ni fontaneros, etc. Pero no es día para hablar hoy.

Para qué alarmarse porque va subiendo la incidencia de contagios por covid, cuando se han suprimido todas las restricciones y hay confianza en que entraremos en la Navidad como en cualquier otra antes de la pandemia. Hay una parte de la población que respeta la situación, pero otra que no se sabe comportar. Se lanzan a fiestas multitudinarias sin mascarillas como si se acabara el mundo. Lo que se está acabando es el entendimiento y el respeto por aquellos que trabajan para que podamos mantenernos sanos.

Tampoco quiero hablar porque me parece absurdo lo imposible que resulta salir a la calle cuando llueve porque las calles no tragan el agua por las alcantarillas inexistentes. Hagan las reformas viales que hagan, en algunos municipios es una constante.

Así que hoy no voy a hablar de nada.

 Tomo el último buchito que me queda y dejo la cucharilla alineada al lado de la taza. El sol se aleja hacia otra mesa y mientras pienso si me levanto o no, me quedo  observando la enorme fotografía de un chico muy guapo recostado en un colchón blanco que promete ser muy confortable. Creo que el colchón también.

Sonrío porque es inevitable oír la conversación de los vecinos de la mesa de al lado. Es lo que tienen las cafeterías al aire libre. Se trata de un grupo de cuatro personas, una pareja de españoles y otra extranjera. Hablan de trivialidades. La mujer española le explica a la nórdica los tipos de clases de deporte a los que se puede apuntar con todo tipo de detalles. Me ha caído bien la extranjera porque, totalmente convencida y con una risita contagiosa, refiere que a ella lo que le gusta es estar en el sofá y ver la televisión. 

A todo esto los españoles hablándoles tipo indio -que no sé porqué nos da por hablar como si lo hiciéramos ante un bebé que emite sus primeros sonidos y también alzando la voz, como si las palabras se tradujeran por si solas a voces. Y eso que los extranjeros se comunicaban bien en español.

En lo que si han coincidido todos es que les han puesto la misma vacuna contra la covid. 

Me he quedado con un muy buen regusto del café. Ha sido una buena decisión hacer una paradita en este rinconcito.

 Otro día comentaremos cosas, hoy no tengo ganas de hablar como ya dije al principio.



Comentarios

  1. Menos mal que no tenias ganas de hablar, eso hace que hoy dedique el tiempo a leer o a mirar las musarañas, gracias por hacer un resumen del telediario.

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  2. Yo no puedo para de hablar y mas gesticulando, se que no es lo correcto pero no puedo evitarlo.me encanta hablar, reirme , en consecuencia vivir. Los ratos malos vienen solos y a veces muy seguidos

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  3. Estoy completamente de acuerdo contigo Melancolia. Gracias!

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  4. Aunque no tenías ganas de hablar,ha sido como si me hubiera tomado un café contigo sin tema concreto ,una buena sobremesa. Gracias

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  5. Por no querer hablar te has quedado a gusto repasando la actualidad con este café humeante

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  6. Gracias por vuestros comentarios. El día a día que vivimos ya se encarga de bajarnos a la realidad que a veces es bonita y otras, mejorable. Mientras tanto sigamos disfrutando de cafés humeantes, gesticulando y riendo. Y ¿ por qué no?, también podemos compartir las lecturas que más te hayan gustado entre tus amig+s. Os aviso cuando lleguemos a las cinco mil visualizaciones.

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  7. Una buena reflexión sobre los problemas que atraviesa España, con los que coincido y me alegra saber que alguien aunque no tenga ganas de hablar los tenga en mente
    Otro nuevo giro en el relato cuando hablas de la conversación de las personas que están en la mesa de al lado.
    Me ha gusta la redacción y el contenido

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