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Para todas ellas

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  Un día cualquiera de una semana como otras. Nos cruzamos en la plaza del pueblo. Yo iba con prisas e hice un saludo general, casi al aire. Pensé –¡qué barbaridad ni me he parado a cruzar unas palabras con ella después de tanto tiempo!– De esas cosas que le das una vueltita a la cabeza, te giras y ya no la ves. Es algo que me ha llamado la atención y no sé muy bien. Siento necesidad de hablarle. La fortuna vuelve a cruzarnos  delante de la panadería. Hay cola, pide la vez y yo soy la última. —¡Buenos días! disculpa no haberte saludado antes, pero iba pensando en lo que tenía que comprar —¡Cuánta gente! Mi marido me espera en casa. Se pone muy nervioso si tardo en volver. Le gusta estar en mi compañía. Me quedo perpleja. Nunca me había dicho nada ni lo hubiera sospechado. Ni siquiera me ha contestado. Encerrada en su bucle. Mirada triste. Apagada. La cara sin luz. Las comisuras de los labios caídas así como sus ojos. Cavernosos. Temerosos. Su cuerpo comprando el pan y su cabeza intenta

Reencuentro

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 Tienes hoy una mirada tan intensa que parece que se te amontonen las preguntas sin dejar espacio al aliento que necesitas para respirar. Me siento ruborizada ante tanta intensidad.  Después de tanto tiempo pensé que no me ibas a impresionar de la manera que lo estás haciendo en este mismo instante. ¡Hemos tardado tanto tiempo en encontrarnos! Te he buscado siempre que recorría los lugares que frecuentabas con el recuerdo de aquellos días que tanto me hiciste disfrutar. Imaginaba mil historias sobre tu ausencia, pero claro, tu ideal de vida te ha llevado por mil rincones.  Has vivido siempre en plena naturaleza y cerca de los ríos del agua más dulce que pudieras encontrar, te gusta aparecer en los ambientes más selectos aunque también la aventura te ha sorprendido más de una vez.  No he dejado de pensar en la suavidad de tu piel, el aroma que dejabas a tu paso y el sabor que quedaba cuando nos transformábamos en ese momento mágico que siempre iba acompañado de una copa de vino. Blanco,

Hoy no quiero decir nada

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 Hoy no quiero decir nada porque tampoco se tiene que estar hablando todo el rato.  Mientras muevo la cucharilla  en la taza del café cortado,- que no sé porqué lo llamamos así-, no quiero pensar en nada.  No me quiero acordar que nos supera la sobreinformación cuando encendemos la televisión  y nos hablan día tras día de la subida de la luz. En vez de anunciarnos que se está trabajando por mantener unos precios adecuados al nivel de vida de las clases más desfavorecidas, que son  las más oprimidas y con más dificultades para afrontar el día a día. Veo que no me han servido el azúcar y cuando me dispongo a llamar a la camarera me acuerdo que lo tomo solo. En ese momento me ha venido a la cabeza un tema, pero como no quiero hablar, tampoco voy a  comentar sobre la bajada de las tasa de desempleo en nuestro país porque sólo se trata de  momentos estacionales muy puntuales. El trabajo es muy inestable y nunca se acaba de formar a la gente porque cuando se inicia dicho proceso hay que fini

Lengua de fuego

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Lengua de fuego que arrasa miles de hogares en La Palma.  No podemos ni debemos sentirnos ajenos a  situaciones que por su dramatismo escapan al control humano.  La fuerza de la naturaleza nos sobreviene imparable de tanto en tanto. En estos días, para los vecinos de La Palma es un momento de rasgado sufrimiento , como también lo fue para los de Lorca  con el terremoto, las inundaciones del levante  y así por todo nuestro territorio. Las entrañas de la tierra están vivas y sufren el mismo proceso en paralelo con el desgaste que la humanidad hace de los recursos naturales a nuestro alcance. En cada tramo de edad nos da por poner el foco de atención en cosas que no lo pondríamos en otros momentos. Ahí se ve el paso del tiempo. Así cuando se es joven y ves a una persona de 50 años, lo consideras viejo; cuando tú cumples ese medio siglo, te ves espléndido. Será porque a medida que vas ganando altura puedes ves a otros directamente a los ojos, sin levantar o bajar la cabeza.  Una buena cost

Chano y la pila

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  Chano es mi primo.  Me insiste en que quiere participar en este blog porque dice que su vida ha sido muy interesante y muy diferente a la de otros niños. Le miro  con ojos interrogantes, por lo de "interesante", y le conmino a dejarlo para otro día. De pequeño era muy muy travieso. Y ahora no se si utilizar el mismo adjetivo u otro que exprese lo cansino que se pone a veces cuando quiere algo. Puedo imaginar, como una posibilidad muy certera, que si esto me lo dice cuando tenía cuatro años hubiera abierto los ojos al mismo tiempo que la boca, enarcando las cejas e intentando que no se me notara ese punto entre la perplejidad e incredulidad al oír semejante sentencia: ¡querer contar su " historia"! Tan pequeño y tan convencido. Pero Chano era, es y seguirá siendo el mismo, una caja de sorpresas. Esto lo digo porque como veréis en estos capítulos que le dedicaremos, si os gusta, tenía una capacidad resolutiva muy arriesgada para tan corta edad. Contaremos algunos mo

AGRADECIMIENTO

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  Cuando tenemos tantas cosas por leer e infinidad de información que nos llega de forma virtual a nuestros hogares sin siquiera llamar a la puerta; es un regalo inmenso que se hayan detenido el tiempo que dura un relato en esta voz emitida a través del teclado. Dos mil personas han leído al menos una de las publicaciones.  Les reitero mi respeto y agradecimiento.  Les leo en los comentarios que deseen hacer.

¡Buen equipo!

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  ¿Qué sucedería... si los ordenadores pudieran hablar con sus propietarios? Otra vez se acerca para abrir mi casa. No sé si tendré batería suficiente. Anoche fue una locura. Me descargué. Me enchufó y siguió escribiendo hasta altas horas de la madrugada. ¡qué suplicio! Venga darle fuerte a las teclas. Y cuando finalizaba la frase con  los puntos parecía que quería perforarme…. Yo creo que algo no le salía bien porque de vez en cuando le oía resoplar y, cuando menos me lo esperaba, zas,…..borraba todo lo escrito. Yo estaba agotado. ¡No por ser una máquina me tiene que machacar de esta forma! Me entró dolor de cabeza. Me enfadé y apagué la pantalla. Creo que no le gustó porque empezó a proferir unas palabrotas que sólo pronuncia cuando algo va francamente mal. Hay ocasiones en que sus dedos parece que dancen al son de una melodía preciosa que nos gusta mucho a ambos. Pero anoche le oí algo parecido a que se cerraba el plazo, que no le daba tiempo a entregar el trabajo, que no le s