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Bocadillo colombiano

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El bocadillo es un dulce latinoamericano que se prepara con pulpa de guayaba, panela de caña de azúcar o azúcar refinada, que puede envolverse en hojas de bijao, maíz o plátano. Es semejante a la carne de membrillo y al ate. La riqueza cultural que nos ofrecen tantas personas venidas de otros paises con las que compartimos vivencias, a veces es sutilmente valorada. La palabra es un medio de comunicación infalible para conectarnos. Sólo tienes que acercarte al alma de aquellos que han tenido que dejar su lugar de nacimiento para hacerse un hueco a miles de quilómetros de su familia.  Mundo al que acuden para alcanzar oportunidades vitales que les obligan a salir del suyo. Traen cultura, percepciones diferentes de la misma realidad compartida. Acariciemos las historias venidas de otros paises. Por hablar diferente o tener  color de piel distinto al tuyo; hay más cosas que nos unen de las que piensas que nos diferencian. Bocadillo colombiano sostenido por  las manos de Elena Díaz Jiménez.

lA cAsA

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Se plantaba cada mañana cansada. Andaba a gatas.  La casa blanca para la afamada dama la abrazaba callada.  Acampada   brava:  ramas, sábanas, mangas, la saca amarrada para las vanas mantas aplastadas. Arantza hablaba. Avanzada a la magna carcajada para  atascar la trampa abancalada, vallada  para las ratas, para las gatas, para la payasada... Azarada para la batalla, andaba ya apañada la casa.  Sara. Ama panzada. Jamás achantaba la alcanzada alpargatera llamada. Tal ráfaga anclada a la palangana azafrán; la capataza cantamañanas captaba la carnavalada. Bramava: ¡acampada jamás!, la casa acaparará la alhaja callada, traspasada para la calma. ¡Vana alma amada! Arantza, malparada, jamás aplazará la jarana. Pactará la batalla para la mañana apalabrada. Texto dedicado a la escritora Carmen J. Nieto  https://twitter.com/C_J_Nieto?s=20   por su "Taller práctico de escritura con restricción".  

Chano y el helado

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  Como todos los días, al cerrar la escuela, de vuelta a casa con sus amigos. Los cinco siempre juntos a cualquier parte. Inseparables desde que sus madres les sostenían en brazos. Esa tarde, José y Chano subieron al autobús escolar con su helado preferido y se sentaron en los últimos huecos vacíos. Les duró poco la alegría. De pronto, el chocolate y la nata del cucurucho cubrió toda su cara con el envite propinado por los colegas  graciosillos que se la tenían jurada — no hacía falta ningún motivo.  Al verlos a los dos solos, pensaron que se achantarían a la chulería.  Instintivamente, Chano y su amigo, lejos de montar en cólera, recogieron con sus manos todo aquello que les llenaba ojos y boca por el impacto cucuruchero y lo compartieron en la cara de sorpresa de sus atacantes.  El autobús seguía su curso, pero el conductor notaba que los gritos y movimientos eran diferentes a los de otras tardes. Se iban uniendo  compañeros de clase y el griterio cada vez más consolidado.  Pablo, Ma

Alumbrado público

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  Cuando no había tanta contaminación lumínica sabíamos que existía el cielo con sus estrellas, sus luceros y alguna que otra visión fugaz que nos dejaba desconcertados y sorprendidos al mismo tiempo. Desde un avión nos parece ver la ciudad como un pequeño enjambre de lucecitas de Navidad incluso en agosto.  Toda esa energía tan potente ha acostumbrado a nuestros ojos a ser víctimas inocentes de semejante invasión artificial. Recuerdo paseando por una ciudad de Europa del Este que las calles solo contaban  con unas simples bombillas. La primera impresión fue de oscuridad, pero en realidad no se necesitaba más.  A veces conviene ser coherente entre lo que nos ofrecen y lo que realmente necesitamos..

Lazos

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  Lazos que atan. Lazos que vuelan. Otros ahogan.  Y los que llaman de sangre.  Ese hilo rojo invisible que te une a una persona para complementar tus risas y  enjugar tus llantos. Breve susurro de brisa que roza tu cara y cierra tus párpados. Tiempo que vuelve cuando ha pasado la tormenta. Y tú sin enterarte. Recuperar adioses no pronunciados y encuentros vacios de espacio. De pronto. Una mañana cualquiera. A cualquier hora, cintas de colores vuelven a trenzar lazos envueltos de abrazos y recuerdos. Así son las relaciones, unas se despiden para siempre y otras se vuelven a encontrar porque su camino necesitaba de un respiro.

Noche de Reyes Magos

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  Día de emoción para todos los niñ+s. De ilusión para los mayores que despiertan  sus sueños alimentando la esperanza en sus hij+s. Los que hemos vivido varias Noches de Reyes, nos aflora la nostalgia cuando pasábamos la noche en vela. Acurrucad+s en la cama y aguzando el oído por si algún ruido delataba a nuestro rey favorito o el ronquido del camello dejando los regalos en algún lugar de la casa. Nuestros zapatos en el balcón y los dulces y leche para los nocturnos invitados que nunca se dejaron ver. La sentíamos como la noche más larga del mundo.La luz del día confirmaba nuestra verdad. Siempre acertaban porque al ser mágicos eran muy sabios. Y lo siguen siendo. Cada casa debería albergar una estrella de esperanza. Los niños crecen y pasan a ser adultos. Sus vivencias serán transmitidas a los pequeños porque la magia no tiene edad y es necesaria para una mente creativa. Y donde hay creatividad hay amor.

Chano y la quiniela. Parte 2

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  Para un niño de 5 años, el hecho de entrar en un banco era un acontecimiento especial y más si se trataba de ingresar su propio  dinero. L a quiniela de trece aciertos le tenía  emocionado.  En muchas ocasiones oía a su padre decir  que iba o venía de hablar con el director de la sucursal. Y ahora, él era depositario de una "gran cantidad de dinero". Al ser menor, en la cuenta que iban a abrir, estaría con su padre.   Chano pensó que sería su entrada en el mundo de los mayores. ¡Tener una cuenta en el banco! En aquellos tiempos los bancos tenían ujieres. Les saludó afectuosamente el que se encontraba en la puerta. Y el director, amigo de la familia, hizo los trámites oportunos para depositar el dinero de la quiniela.   Chano contento y su padre orgulloso de ver el brillo en sus ojos, abiertos y totalmente atentos a lo que decían los mayores.   Pero claro, un día se le ocurre  con ese dinero  invitar a merendar a sus padres.  Ni corto ni perezoso se dirigió   al banco