¡Taxi, por favor!
Escuché en la radio que hablaban de los taxistas. Me gustó la opinión de alguien que los consideraba monologuistas natos. Cierto. Y también añadiría que unos sicólogos sin título ( a no ser que el taxista lo sea de forma académica también). Siempre me ha sorprendido que cada vez que coges un taxi, al menos en mi experiencia, la situación se plantea de forma distinta. —¡Taxi, por favor! La luz que vislumbravas verde, cambia a roja. Ya tienes taxi. Te subes en los asientos posteriores y el taxista te pregunta o simplemente hace un giro de cabeza que traducido quiere decir ¿dirección? Le proporcionas los datos necesarios y le da al localizador de calles. Mientras veo que manipula el aparatito desvio la mirada al retrovisor delantero y me encuentro con los ojos del taxista. Clavados en el espejo y observándote. Pienso — ¿no necesitará centrarse en el callejero electrónico ? Pues no. Manos y ojos son independientes. Es el momento clave para que te psicoanalice por si tiene que subir la r